martes, 12 de septiembre de 2017

Algunos apuntes ante el nuevo curso escolar


Han acabado las vacaciones: atrás han quedado los innumerables esfuerzos, los propósitos conseguidos y un merecido, o no tanto, descanso. Llega un nuevo curso escolar. Es hora de volver a plantearnos retos para el nuevo ciclo, al que damos la bienvenida porque lo hace lleno de oportunidades, metas y algunos obstáculos a los que hacer frente. Aquí vamos a abordarlo desde el ámbito familiar, núcleo  básico donde se forjan la educación y los valores de los hijos.

Son muchos los padres y tutores que nos solicitáis pautas para continuar durante el curso los hábitos y técnicas de trabajo adquiridos en nuestros programas de verano. Mirad, debemos partir de una premisa fundamental: los resultados escolares no dependen exclusivamente de las capacidades, sino más bien de los hábitos de estudio, del trabajo constante y ordenado, de la recuperación de la autoestima, de la adquisición de los conocimientos necesarios que posibiliten dar un paso más en el mundo del conocimiento. Y no tengáis ninguna duda de que la clave para el éxito en esta cuestión radica en involucrarse de verdad y no mirar de reojo, porque hay que estar especialmente atento y dejar de lado determinadas actitudes permisivas que confundimos con tener mano izquierda con ellos.

Dicho esto, ¿por qué no seguir una metodología específica y cambiar hábitos para comenzar este nuevo curso? ¿Qué podemos perder con intentarlo?

Un buen inicio sería sentarnos con nuestros hijos para poner en claro la situación. La educación parte del diálogo y es importante conocer los planteamientos de cada una de las partes antes de decidir nada. No se trata de ceder a sus demandas, se trata más bien de acercar posturas y llegar a un punto de consenso para establecer un acuerdo. Se debe saber hasta dónde se quiere llegar y, en consecuencia, hasta dónde se puede ceder y, por supuesto, definir claramente cuáles son sus  responsabilidades.  Es necesario ser inflexible en esta última parte y exigir que se cumplan los términos acordados. Rebajar el nivel de exigencia es un error muy común y suele convertirse en una constante; en lugar de eso, si no se cumple lo pactado, debemos replantearnos de nuevo las obligaciones y beneficios acordados, no simplemente disminuir las expectativas.

Por otra parte, debemos establecer un plan de trabajo en el que se incluyan las horas en las que también nosotros podamos ser partícipes y colaborar (tiene que ser el tiempo que podamos realmente dedicar: no se trata de cantidad sino de calidad). De la misma forma que delimitamos los tiempos de esparcimiento, hay que buscar espacios que poder compartir con nuestros hijos para que alcancen un buen ritmo de trabajo y, por consiguiente, unos satisfactorios resultados académicos. Sin caer en el error de confundir nuestro rol como padres -no somos sus “colegas”- pero sí que necesitamos complicidad y confianza para poder hablar con ellos. La confrontación es la peor forma de conducir esta situación, por ello es necesario forjar la autoestima y ahuyentar cualquier tipo de derrotismo; hay que motivar y dar incentivos -bien ponderados y razonables-  en función de los resultados, que siempre serán consecuencia de un esfuerzo mesurable. Se fijará un plan de trabajo que incluya unos horarios de dedicación globales -horas de estudio- y específicos -dividido en materias-.

Unos correctos hábitos de estudio, no me cansaré de repetirlo, es la mejor forma de alcanzar los resultados escolares que esperamos de nuestros hijos. Fijar un plan de trabajo y cumplir los horarios a rajatabla sólo es una pequeña parte del desarrollo de una buena base metodológica, que hay que complementar con saber estudiar: subrayar correctamente, realizar esquemas y mapas conceptuales con criterio, gestionar correctamente el tiempo dedicado a cada materia, organizar el material de estudio, hacer lecturas comprensivas, y sobre todo, encontrar la mejor forma de comprender los conceptos que se estudian -aunque esto sea diferente según la persona: cada mente es un mundo-. Todo ello,  y aunque cada cosa por separado pueda parecer prescindible y de poca relevancia de cara al resultado final, es lo que marca la diferencia entre una persona preparada y una que no lo está. La organización lo es todo en este caso.

Si atendemos al tema de las distracciones, aspecto del que se podrían escribir varias tesis, resta decir que hay que reducirlas a su más mínima expresión.  Las horas de estudio son  para ello, para el estudio y nada más, ¿qué es eso de estar estudiando con el teléfono móvil  al alcance de la mano? Cualquier entrada de correo electrónico, mensaje de WhastApp, consulta de redes sociales y el largo etcétera que nos brindan las nuevas tecnologías en materia de perder el tiempo miserablemente, son elementos que hay que eliminar de la ecuación de inmediato. ¿O es que conciben una correcta asimilación de los conceptos de alguna materia mientras se mantiene una conversación con un amigo, se vista una página web o simplemente se está pendiente de que un pitido nos aparte de tan ardua tarea? No estoy diciendo que el ordenador no sea una herramienta más para el estudio, solo que su uso debe ser racional cuando se utiliza como fuente de información académica.

Probablemente ya conozcamos esta cantinela pero, por lo general, los planes de estudio suelen incumplirse por diversos motivos: por la dificultad que entrañan, el esfuerzo que conllevan, por las ya comentadas distracciones… Es por ello por lo que debemos supervisar continuamente y asegurarnos de que se cumplen y se aprovechan los periodos de trabajo. No se autoflagelen pensando en lo malos que son por retirar el teléfono móvil, ordenador, videoconsola y demás parafernalia mientras estudian, no es descabellado en ningún caso. Piensen que, en los tiempos que corren, la cantidad de estímulos y distracciones se han multiplicado exponencialmente.

¿Y los profesores y tutores? Siempre estarán ahí para apoyarnos y orientar nuestros esfuerzos, ¿por qué no contar con ellos? Es importante mantener el contacto con el centro escolar para remar en la misma dirección y, por supuesto, no los desautoricemos delante de nuestros hijos: son nuestros aliados. Y pueden ayudarnos a fomentar hábitos como la lectura, la práctica de algún deporte y, en general, dinámicas que ayuden al desarrollo de nuestros hijos, no sólo están ahí para decirnos las fortalezas y flaquezas. Las notas son solo un mero indicador, existen muchos más de los que estar pendientes para que no nos llegue la información cuando ya no tiene remedio.

Pero, si hay un aspecto clave, es, sin duda, la actitud y el comportamiento de puertas para adentro. El caos llama al caos, así como el orden llama al compromiso y la responsabilidad. Hablamos de la implicación de todos los miembros de la familia en las tareas diarias del hogar, tan importantes o más que cualquier otra. Pueden parecer algo nimio y sin importancia, pero son esas normas de convivencia las que rigen la verdadera educación. Hablamos de respetar los horarios y los espacios comunes, organizar cada una de las estancias, así como los efectos personales… El respeto y la responsabilidad no nacen por sí solos, hay que moldearlos y enseñarlos, ¿cómo se va a forjar el carácter de alguien si ni siquiera se respeta la unidad familiar?

Ya he insistido en otras ocasiones en la dificultad de conciliar vida laboral y relación padres/hijos, del maldito factor “tiempo” y de la importancia de la calidad del mismo frente a la cantidad, pero hay que encontrar fórmulas porque nos jugamos mucho.
¿Lo intentamos?

Miguel Ángel Heredia
Presidente de Fundación Piquer


lunes, 11 de septiembre de 2017

ESTANCIA EN LA UNIVERSIDAD UNINORTE (COLOMBIA): CON DERECHO A EMOCIONARSE


        Siempre terminan mis clases con el lema: “Compartid lo aprendido y lo que queda por aprender”. Y mis alumnos así lo recordarán. No sería justo, por tanto, el haber tenido una maravillosa experiencia didáctica y no compartirlo con mis compañeros, alumnos y todo aquel que tiene inquietud por seguir aprendiendo y descubriendo.

        Marché a la Universidad Uninorte de Barranquilla, Colombia, en el  mes de agosto. Tuve que sacrificar descanso, viajes familiares y sobre todo “abandonar” a mi familia, especialmente a mi peque Elisa que dice que han sido demasiados días esperando nuestro regreso.



       Tuve la suerte de contar con el mejor acompañante, mi marido, y aprovechar esos días y la belleza del entorno para celebrar nuestro 25 aniversario de boda.

        Colombia es un país maravilloso y la zona del Caribe excepcional por sus paisajes, su historia, su comida, su artesanía….pero especialmente por su gente amable, entregada, bella por dentro y por fuera y con el poder de poner una sonrisa en cada situación, en cada minuto de su vida por muy dura que sea. Sólo tiene dos cosas incómodas: el super calor húmedo y la diferencia de clases tan terrible que tienen.

     
   La universidad  Uninorte es impresionante a primera vista: llena de vegetación, con las iguanas paseando por los jardines, pabellones de una arquitectura muy cuidada, miles de espacios de encuentro, cultura y ocio. Una universidad que invita a estar allí, a disfrutar de cada momento, de cada jornada por muy larga que sea. El ambiente entre los alumnos se respiraba desde el minuto uno. Pude comprobar como el campus estaba llena de cientos de actividades donde los estudiantes eran los verdaderos protagonistas: exposición de maquetas, talleres de cocina, jornadas  de medio ambiente, fiesta de la educación, estándares informativos, clases de gimnasia al aire libre, ginkanas… Sí es verdad que la temperatura, espacios, vegetación y los distintos restaurantes al aire libre contribuían a crear este ambiente de verdadero aprendizaje significativo, colaborativo y festivo……..pero yo pienso en nuestro magnífico campus, con nuestro entorno y  nuestros recursos y no tengo más remedio que pensar que no lo estamos haciendo del todo bien.


        Mi estancia allí estuvo llena de trabajo Llevé mi maleta llena de información, presentaciones, libros y formas de hacer, pero os aseguro que tuve que sentarme encima de ella para poder cerrarla y traerme todo lo que ellos me habían ofrecido y enseñado.

   
     Mi primera experiencia, como docente, fue en Maestría de educación (que podría equivaler aquí, más o menos, a un máster en educación). Hablamos sobre el sistema educativo español, lo comparamos con el suyo, establecimos las competencias básicas que debe tener un docente, nos reímos, bailamos, jugamos como niños y disfrutamos cuatro horas que pasaron “en un santiamén”. ¿Qué aprendí? Pues fundamentalmente que el docente debe estar en continua formación. Allí el sueldo está ligado a la formación que tengas, es decir cuanta mayor formación (pregrado, grado, maestría o doctorado) más sueldo. Y de impartir esa formación siempre se encarga la Universidad. La riqueza en esas aulas es impactante, pues está llena de experiencias, situaciones laborables diversas, intercambio de materiales y recursos y sobre todo, de mucha práctica. Buena idea: mundo laboral y mundo universitario siempre unido. 

        Los siguientes días tuve el privilegio de trabajar en el grupo de Doctorado en Educación. Un grupo de doce  profesionales que me hicieron sentir viva, que me hicieron sentir importante (ya ves…..) y que me permitieron contagiarles la idea de la importancia de la comunicación eficaz del docente, de la importancia de asentar nuestro hacer desde nuestra competencia emocional para conseguir alumnos emocionalmente competentes y donde trabajamos con estratégicas metodológicas digitales para encontrar en su utilización una buena vía de comunicación, disfrute y recurso excelente de ayuda.

Os invito a que leáis las conclusiones que ellos mismos han redactado al finalizar el módulo. Y que están publicadas en la revista “El recreo”. Hay algunas aportaciones e ideas muy interesantes.
        
También jugamos, compartimos historias, casi vamos de parto (imagino que tu niño ya habrá nacido, quiero fotos por favor) y también bailamos, pues mis peques del cole, cuando se enteraron que yo me iba a Colombia, me preguntaron si les enseñaría también la canción de la mosca que era muy divertida y que por favor les trajera fotos de esos profes mayores bailando. Además, en una reunión de formación de profesores de aquella Universidad, donde se hablaba de cambio de estrategia y metodología para hacer más partícipes a los alumnos, Mauri (que gran profesional) comentó: “lógicamente no vamos a hacer bailar a los alumnos, pero deberíamos intentar……..” Pues siento decirte, Mauri, que he hecho bailar a todos  vuestros alumnos y ha sido “chévere, chévere”. Momentos mágicos diría yo.


        ¿Qué aprendí? Valentía para ser un profesional  incluso en las situaciones más desfavorables y terribles. Valentía para no poner excusas, valentía para seguir luchando y aprendiendo. Valentía para ser humilde a pesar de ser grande,

        Gracias a los alumnos de doctorado. Sois unos grandes Maestros con mayúsculas y os animo a seguir esa gran labor que estáis llevando a cabo. Ánimo con vuestra tesis y sobre todo, ánimo con vuestras valiosas vidas. Venís en mis maletas y en mi corazón.

        Los últimos días hablamos de evaluación en el grupo de pregrado de Preescolar, con jóvenes que tienen gran ilusión por la carrera elegida, jóvenes que absorben todo lo que ven, todo lo que aprenden y que me hicieron sentir genial. (Cuidadme a Porfi, el único chico del grupo, por su valentía y vocación).


       
Y en la última tarde, tuve la suerte de compartir clase con Francís (mi amigo, mi compañero de baile, mi valiente, mi sonrisa y alago constante. ¡Cómo se puede querer tanto en tan poco tiempo!). Fue una tarde especial, donde las alumnas de grado de Preescolar acababan de tener su primer día de prácticas y estaban absolutamente cansadas, dormidas, derrotadas, ansiosas y casi muertas (literal…no os engaño). Francís dijo una frase que me llegó: “….estamos en educación superior y por lo tanto, nuestro esfuerzo y entrega debe ser superior, aunque las fuerzas nos fallen.” (y creo que eso a nosotros se nos olvida muchas veces).

        Nos costó hacer reaccionar al grupo, levantarles el ánimo y el cuerpo, pero yo sabía que la canción de la mosca y mis marionetas otra vez no me fallarían. Y así lo hicimos: cambiamos el plan de la sesión y hablamos de teatro como estrategia, hablamos de emociones, de juegos, de la importancia de la educación infantil y de que ellos no son pre- de nada. Y por supuesto bailamos……..más fotos para mis niños.

        Todo este cúmulo de situaciones y sensaciones también fueron aderezadas por multitud de reuniones de profesores a las que fui invitada. Este espacio sí que llenó enormemente mi maleta.

       
El profesorado es muy cuidado por la universidad, tanto a nivel material, apoyo académico o retribución económica, pero también es verdad que es un profesorado muy comprometido, trabajando muchas horas pero con gran felicidad y entrega. Grupos de profesores que saben que el seguir formándose es la clave de su éxito.

        Allí tienen el CEDU, Centro para la excelencia docente (http://www.uninorte.edu.co/web/cedu/cedu-en-el-mundo) encargado de la formación, integración, asesoramiento, participación y apoyo de todo el grupo de profesores de la Universidad. Pude participar en dos de sus innumerable actividades: Por un lado, en un grupo colaborativo donde un grupo de profesores, de diferentes facultades, planteaban cambios estratégicos en las metodologías propias del aula, las implantaban y finalmente evaluaban entre todos (……..más para aprender aquí……) y por otro, en el club de lectura donde, a través de un texto seleccionado (que casualidad, pues el de ese grupo de docentes era un texto español que casualmente yo conocía) se dialogaba, se compartían experiencias y se buscaba como aplicar esas ideas a sus respectivas labores profesionales. Eso sí, siempre acompañado de un buen café y un gran bollo de queso.


        ¿Qué aprendí? Todo lo que podríamos compartir los docentes de la universidad de aquí…………., cuantos cafés y bollos tendrían excelentes consecuencias………., y que pena el no conocer ni a un solo compañero de otras facultades………tendríamos tanto que aprender unos de otros.  Os prometo que aprendí en esas sesiones mucho más que en numerosas horas de lecturas de libros bien maquetados y de prestigioso renombre. Os aseguro que les envidio.

        Yo también aporté mi granito de arena a esas reuniones de intercambio de experiencias, pero esta vez fue alrededor de un buen queso, jamón y una botella de vino de Marqués de Riscal, que a Margarita le encantó. La conversación duró y duró con la excusa de las viandas gastronómicas españolas, pero las palabras nos engordaron mucho más el alma.  
     
  Y por último, quiero contaros una de las experiencias más bonita, como no podía ser de otro modo, visitando colegios de distintos barrios, de distintos estratos económicos y de distinta metodología. Muy diferentes, pero los niños…..son niños y su sonrisa es igual de maravillosa en cualquier parte del mundo. Menos mal que me acompañó una de mis marionetas y fue la gran triunfadora de la mañana. No olvidaré ese niño que me llamaba “seño de otro país”, no olvidaré a esas grandes profesionales que hacen magia con lo poquito que tienen y nunca olvidaré a una tímida profesora que se acercó a mí y me dijo que había sido una inspiración para ella pues pensaba que con su edad ya podía aportar poco (es decir, me vio vieja…..realmente nos llevamos un año…….pero fue un piropo maravilloso).
        
También hubo tiempo para conocer su bello país, sus museos, sus ciudades como Santa Marta y Cartagena de Indias, sus tradiciones, su artesanía, sus playas….. Y disfrutar con mi marido de horas de luna de miel, tan difíciles de llevar aquí a cabo por el estrés laborar o circunstancias del día a día.



        Son tantos los recuerdos, nombres de grandes profesionales, nombres de alumnos entregados, nombres de alumnas ansiosas de saber, nombres de amigos y amigas……..pero especialmente quiero nombrar a la persona que ha hecho que mi viaje sea posible. La persona más humana, sencilla, hiper sensible y gran amante de la enseñanza: Mónica. Gracias. Eres una de las personas más especiales que he conocido en mi vida. Gracias por tu amabilidad, por estar siempre ahí y por la labor que haces. Gracias.
       
 Gracias a todos por lo mucho que he aprendido, gracias por darme esta oportunidad de seguir creciendo, gracias porque he tenido todo el derecho del mundo a  emocionarse…..y mucho.
        
Ahora toca trabajar, comenzar un nuevo curso, experimentar nuevas situaciones, intentar sacar de la maleta lo mucho que traje. Ahora toca seguir compartiendo.

Puri.